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Un dolor inalcanzable

  • Foto del escritor: Ángela Fdez. de Diego
    Ángela Fdez. de Diego
  • 6 abr 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 15 abr 2020

Compré este libro en 2018, en la Feria del Libro de Madrid. Después de recorrer todo el Retiro, caseta por caseta, llegué a la Librería Mujeres, donde estaba firmando ejemplares Marta Sanz, a quien tenía desde hace tiempo en mi lista de deseadas lecturas. Comparado con el resto de librerías en las que se ofrecían firmas y que estaban a rebosar, allí prácticamente no había nadie. Recuerdo acercarme poco a poco para ojear las novedades que ofrecían.


La escritora parecía aburrida, estaba allí sola y no se me asemejaba en nada a la mujer que aparecía en la fotografía de solapa de sus libros. En apariencia había vendido bastantes ejemplares durante la tarde. Rebusqué entre los que quedaban y me decanté por una primera edición que estaba menos dañada que muchas de las segundas que tenía encima y, además, ofrecía un faldón mucho más rico en comentarios, como es propio de un primer y aplaudido lanzamiento de obra.


La bolsa de la feria ese año era preciosa y la dedicatoria que Sanz me escribió me hizo especial ilusión. Con muchas lecturas pendientes aguardando mi atención y con bastante materia por estudiar, empecé el libro esa misma noche. La autora me trasladó la idea de estar encantada por tener lectorAs tan jóvenes, pero poco más pudo decirme porque resultó estar completamente afónica y la cantidad de ruido que había en aquel lugar hacía casi imposible mantener una conversación.


Clavícula es la historia de un profundo y, aparentemente, superficial dolor. Un dolor incurable, inalcanzable, no registrado en ningún libro, imposible de diagnosticar y difícil de localizar en alguna parte concreta del cuerpo. Algo que quizá se deba a que ni siquiera está en el cuerpo. O sí, y directamente la culpa es de la Seguridad Social y de su podrido sistema convertido en un pozo sin fondo ni control del gasto.


Con un humor negro y sarcástico, a veces divertido y a ratos desolador, Marta Sanz construye un relato del que se pueden extraer muchas conclusiones, interpretar nuestras propias vidas, sentirse representado y reconocido en muchos de sus episodios. Ese dolor que aborda, aunque no creo que sea exclusivamente femenino, me recuerda a la mística de la feminidad acuñada por Friedan. Volviendo hoy a esta lectura, recuerdo Clavícula como una magnífica experiencia vital que siempre está presente.



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