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Surcando España

  • Foto del escritor: Ángela Fdez. de Diego
    Ángela Fdez. de Diego
  • 6 may 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 11 jun 2019

Surcos es más conocida por su polémica alrededor de la concesión de la etiqueta de "interés nacional" que por el trasfondo de la historia que relata. Si la película tuviese que ser definida únicamente con un adjetivo, ese sería, sin duda, crítica. El film supone una protesta contra la política social de postguerra llevada a cabo por el franquismo y una denuncia de los importantes problemas que oprimían a la sociedad de la época. Es pionera en lo que podríamos denominar neorrealismo español.


Surcos cuenta el exilio de una familia campesina que decide dejar toda su vida atrás para ir en busca de nuevas oportunidades a Madrid, donde, según les han prometido, no les costará encontrar trabajo. Cuando llegan a la capital resulta que nada es como les contaron y se topan con serias dificultades para encontrar una vivienda y una ocupación. Poco a poco irán surgiendo posibilidades de obtener dinero fácil que, como es de imaginar, suponen una inaceptable desviación moral para una familia acérrimamente católica y conservadora.


El surco es un elemento figurativo que aparece de forma intermitente en la película. Constituye la metáfora que representa el mundo rural, las hendiduras de los campos que nada más empezar la historia se fundirán con la vías del tren destino Madrid. Los surcos están presentes también cuando Tonia rompe las medias y, mucho más explícitamente, cuando el cadáver de Pepe es arrastrado dejando tras de sí unas huellas idénticas a los surcos de las tierras que recibirán a la familia a su vuelta.


La película presenta el regreso al núcleo rural como una recuperación de los valores morales sólidos que sustentan a la nación. Se culpa al progreso encontrado en el mundo urbano de todas las perversiones que desarrollan las gentes de bien. Surcos muestra en ese sentido el costumbrismo castizo del momento, denuncia los grandes problemas del país: paro, delincuencia, hambre, falta de industrialización, hacinamiento, problema de vivienda...


El honor, la moralidad y la decencia son pilares básicos en una familia de estructura patriarcal que sufrirá represión, rechazo social y estigmatización solo por intentar subsistir. Desde una visión actual, Surcos es de una extremada violencia, especialmente recreada contra las mujeres. El machismo está presente en cada escena y de manera muy cruda en varios puntos de la historia. Pili tiene un novio que le pega y amenaza porque lo considera su derecho, el feriante representa un espectáculo de marionetas en el que un hombre mata de una paliza a su mujer porque "ese es el mejor argumento que se puede tener con las mujeres", el padre le recuerda a la madre que su lugar es la cocina y cuando le pega, otra señora le advierte que no puede quejarse porque, "por menos" a ella su marido le dejó ocho días en cama... Estos detalles no parecen estar tan destinados a la crítica como a la representación de la sociedad del momento.


Tras lidiar con la delincuencia, la prostitución o el estraperlo, toda la familia tendrá que regresar resignada al pueblo con la vergüenza de haber fracasado en su intento por construir una vida mejor. Son incapaces de adaptarse al nuevo ambiente, son los paletos de la urbe. Todos sus sueños quedan enterrados junto al cadáver de su hijo mayor, una de las grandes razones de la humillación.


Este final es el decidido por la censura, pues en la historia original, Tonia, la hija de la familia, decidía quedarse en Madrid para ejercer la prostitución. El pensamiento de las nuevas generaciones frente al progreso contrasta mucho con el de sus padres. Surcos estaba pensada como una película circular en la que el humo del tren que pasa por encima de Pepe enlazaba con el humo de otro tren que llegaba a la estación con otra familia de emigrantes campesinos con los que se cruzaría la familia protagonista. Este hecho servía para remarcar el constante flujo de personas que abandonaban las aldeas para buscar otro tipo de vida en la ciudad, "el más doloroso problema de nuestro tiempo", según reza el texto inicial.


Una obra maestra del cine español dirigida por Nieves Conde y brillantemente protagonizada por un elenco de actores y actrices de talento incuestionable. Bien contextualizada es una dlicia de historia. Es fascinante disfrutar de estos relatos que conservan toda su esencia pese a las irrecuperables mutilaciones del régimen.



 
 
 

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