Náufragos a cuerpo abierto
- Ángela Fdez. de Diego
- 8 jul 2019
- 5 Min. de lectura
Hace un tiempo abrí un blog con el convencimiento y la intención de volcar en él todo el contenido posible que mis palabras fuesen capaces de crear. Muy a mi pesar no tardó en convertirse en un proyecto sin ningún fin, encaminado al olvido y relegado a las oscuras entrañas de internet. Lo mantengo, a veces lo abro como quien abre una casa abandonada para ventilar. Sin enfoque temático claro, en muchos aspectos me recuerda a esta misma página en la que ahora escribo y que quiero mantener con vida aunque nadie más que yo lea lo que escribo.
Repasando las entradas que quedan en ese blog prematuro, logro recordar un encuentro a modo de entrevista celebrado en Santander con el escritor Manuel Rivas. El texto está escrito en forma de crónica porque en ese momento aún tenía un respeto muy serio -debido a la formación periodística de la universidad- hacia las estructuras de los diferentes géneros y la importancia de contar las cosas de una u otra forma.
Ahora me tomo la libertad, a la que en ese momento no pude aferrarme, de reproducir aquí las bellas palabras y reflexiones que recogía en ese artículo. La sabiduría con la que habla este hombre es digna de elogio, de lectura y de recuerdo. En su día (agosto de 2016) lo titulé "Resistimos porque soñamos" con otros dos títulos a modo de ladillos repartidos en el texto que rezaban Náufragos a cuerpo abierto y Resistir a la conspiración. Todo son palabras pronunciadas por él, alimentadas por historias y explicaciones que hablan de la creación, de la vida, de los libros, de las palabras, de los sueños y de la resistencia.
"Resistimos porque soñamos"
Manuel Rivas llegó el pasado 9 de agosto al abarrotado Paraninfo de la Magdalena, en Santander, para realizar una entrevista en la que se trataría prácticamente toda su obra. La organización de los Martes Literarios de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo comentaba: “Se ha quedado tanta gente fuera como hay dentro”. El escritor llegó pausadamente, se sentó a la derecha de su entrevistador y comenzó a extender sobre la mesa libros, sobres, papeles, escritos, libretas, plumas, bolígrafos…Todo un ritual que llevaba a cabo relajado, absorto en su actividad y completamente al margen de todo el auditorio que había enmudecido desde su entrada en la sala.
El escritor, quizá más conocido por su faceta periodística o por sus novelas, también es poeta. Y un poeta muy prolífico que ha publicado ya varios poemarios en diferentes idiomas. Abrió la sesión leyendo su poema ‘La enigmática organización’, lectura que no requirió de presentación alguna. Seguidamente, el entrevistador quiso enfocar la charla hacia la conjunción del periodismo literario y el periodismo poético en toda su obra. Sin embargo, rápidamente el tema principal se desvió hacia la influencia del gallego en Rivas. Por ello, el escritor citó su poema ‘Fonema’ y relató una anécdota de un profesor que en la escuela, no solo les instaba a abandonar el uso del idioma, sino que les entrenaba para perder el acento. Sobre la convivencia del castellano con las diferentes lenguas de nuestro país, Manuel Rivas comentó que no hay por qué echar una a un lado para ensalzar la otra, que “las palabras lo único que quieren es abrazarse”.
Si hay algún símbolo que se repita en la obra de Rivas más que ningún otro, esa es la presencia de los libros y las librerías, desde ‘Los libros arden mal’ hasta su última novela ‘Los últimos días de Terranova’. La charla prosiguió con historias de antiguas librerías, las históricas quemas de libros o las vivencias de aquellos emigrantes que, a su vuelta de las Américas, fundaron en Galicia las primeras escuelas de un moderno sistema de educación pública, en su mayoría destruidas durante la guerra civil. El escritor asegura que “la conquista de la cultura es tanto una forma de retención como de liberación”.
Náufragos a cuerpo abierto
En lo referente al proceso de creación, al momento en el que él se sienta a escribir, aseguró que los personajes más interesantes y de más complejidad de las historias no son los primeros que aparecen, sino aquellos que se van encontrando por el camino, “tú vas detrás de ellos y empiezas a aprender”, dice que “lo que te suscita un personaje es lo que pueda haber de oculto”. A Manuel Rivas los que más le interesan son “los náufragos de la vida”, lo que él llama ‘cuerpos abiertos’, “los de la gente que lleva dentro gente”. Lo que recuerda a su recopilación de artículos periodísticos ‘A cuerpo abierto’, obra sobre la que él mismo decía que es “un viaje de periodismo independiente, libre, irónico, crítico y de fábrica literaria”, porque “el mejor periodismo constituye siempre una pieza literaria”.
La libertad es para él la luz que lo alumbra todo, y eso está representado en la literatura, “lo más extraño del enigma del ser humano”, “una luz que ilumina la oscuridad pero que genera otra sombra”. Manuel Rivas cree, frente a quienes le tachan de hablar demasiado del pasado, qué de lo que él realmente habla es del ‘presente recordado’.
De su última novela dice que no quería salir. Para el escritor, la creación de ‘El último día de Terranova’ ha sido “un golpe de mar”, por el que tiene fascinación. Define el horizonte como aquella línea “que une lo visible con lo invisible”, porque aunque no sabemos cuánto puede llegar a haber en el fondo del mar, debemos saber que “los náufragos no siempre están en el fondo, también están en el exilio, en la emigración…”.
Resistir a la conspiración
Los últimos comentarios de la conferencia se centraron en el cierre de librerías como representación de la degeneración de la cultura en nuestro tiempo y del poco tiempo que tenemos para dedicarnos a la lectura en nuestro día a día. Rivas considera que el cierre de una librería debería motivar una protesta vecinal, porque “cuando desaparecen las librerías, desaparece la ciudad”. La literatura, que tiene condición de “especie frágil”, detecta “el deterioro, la polución, la contaminación de la sociedad”. Para él, la lectura en profundidad está en regresión porque todo conspira contra ella. Rivas cree en las conspiraciones, y considera una conspiración “crear una ley de educación que pretende que nadie se acerque ni a la literatura ni a la filosofía”.
El escritor concluye: “si la gente no tiene tiempo para leer es porque algo conspira contra ella”. Todos estos comentarios dieron pie a una ronda de preguntas en la que se hizo al público partícipe de aquella entrevista. De Álvaro Cunqueiro, uno de sus escritores de referencia, Rivas dijo que le fascinaba “cómo a pesar de las dificultades, había conseguido mantener y ejercer el derecho a la imaginación”. Y es que, como el autor escribió en varias de sus dedicatorias, pese a las dificultades, si resistimos, es porque soñamos.

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