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  • Foto del escritorÁngela Fdez. de Diego

Mujeres de palabras tomar

'Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas'. Un subtítulo perfecto para resumir un tema tan universal e infinito que es inevitable sentir esa sensación de quedarse corto, de querer profundizar mucho más en cada frase que firma.


De nuevo, Isabel Allende me provoca un impulso intensísimo por querer apuntar y aprender tanto que tendría que transcribir su libro entero para conseguir empaparme de todo su saber y terminar exhausta y medianamente satisfecha con la tarea.


La lectura de este libro fue quizá un tanto atropellada. Nació en un descanso laboral que, como siempre, se acaba demasiado pronto, mucho antes de lo que esperaba. El lunes se abre un horizonte de diez días buscando noticias inexistentes que resulten ser mínimamente interesantes como para llamar la atención de un caprichoso lector en un lugar en el que -afortunadamente para los que vivimos aquí- no pasa nada.


No es una recopilación biográfica de mujeres históricas, aunque referencia a unas cuantas de vidas asombrosas. Haría buenas migas en la estantería con otras tantas firmas femeninas que intentan con sus palabras recuperar el merecido y perdido reconocimiento a mujeres referentes en todos los campos.


Esta es la era de las abuelas envalentonadas y somos el sector de más rápido crecimiento en la población. Somos las mujeres que hemos vivido mucho, nada tenemos que perder y por lo tanto no nos asustamos fácilmente; podemos hablar claro porque no deseamos competir, complacer ni ser populares; conocemos el valor inmenso de la amistad y la colaboración. Estamos angustiadas por la situación de la humanidad y del planeta. Ahora es cuestión de ponernos de acuerdo para darle un remezón formidable al mundo.

Coincide este momento con el centenario de la muerte de Emilia Pardo Bazán, que ahora se conmemora en un intento por hacerle justicia, aunque sea tímidamente, un siglo después. 'Algo de feminismo y otros escritos combativos', por ejemplo, sería un buen acompañamiento para 'Mujeres del alma mía'.


Mientras lo termino hay dos ideas que me rondan la cabeza. La primera es que me encantaría parecerme, un poquito, en lo que sea, a Isabel Allende. A su prosa y a su actitud ante la vida. La segunda viene provocada porque el momento coincide también con un compromiso al que yo sola me he obligado. Intento concentrarme en el libro durante los descansos de varias sesiones de edición de vídeo. Odio esa tarea y lo confirmo cada vez que me toca enfrentarme a ella culpándome por creerme incapaz de ser constante en este trabajo.


El material que tengo entre manos, sin embargo, es un tesoro. Una entrevista -más bien una charla- de las más constructivas que he tenido en mi vida. Con una mujer combativa, de palabras tomar. Me gusta mucho esta expresión que me tomo la libertad de usar y que proviene del apelativo que Irene Vallejo le dedicó, precisamente, a Emilia Pardo Bazán.


Una entrevista con una mujer extraordinaria, aunque ella se empeñe en negarlo diciendo que ha tenido mucha suerte en la vida, cosa que no discuto. Solo es un año mayor que Isabel Allende. Esta última me sorprende con cada publicación hasta hacerme adorar su producción -la que conozco-, su prosa, su corazón y su compromiso, que se respira a través de sus palabras. Su paz. Me relaja, la admiro profundamente. Este libro es, además, una inmejorable guía de la actualidad más apremiante.


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