Felices años veinte

Dicen que este año hemos aprendido a perder el miedo. A compartir más. A darle sentido a cosas que ya sabíamos hace tiempo. Dicen que dicen. Que el próximo año más allá del uno de enero nadie querrá echar la vista atrás.

Nunca se aprende todo lo que se espera, a veces se aprende menos pero mejor.

Dos mil veinte.

No nos hace necesariamente mejores. Pero nos convierte en supervivientes. Nos pone delante una vida cruda y real que casi nunca queremos mirar. O a la que miramos sin ver.

Enfrenta al mundo a la carencia de lo esencial. De un abrazo. Deja un lenguaje... el de las miradas. Ahora hablamos con los ojos. Hablamos sin hablar. Queremos más. Queremos demostrar que queremos.

Queda cierto miedo. Crecen las ganas. Las ganas de vivir y de mejorar. El miedo a perder las ganas. A olvidar una vida lejana que parece imposible. Que está cerca, en todos los sentidos.

Deja abierto un pozo sin fondo. El de la soledad. El de la angustia que nos invade. El de esa pandemia. Este sufrimiento.

No hay cambio de un día para otro. Pero hay remedio para casi todo.

Quiero...

Cargar la mochila de las cosas buenas y continuar el camino. Recuperar la fe en la revolución. Creer que todavía estamos a tiempo. Perder el miedo. Y compartir. Perder el miedo. Y desear...

Felices años veinte.