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Escuchar una guerra

  • Foto del escritor: Ángela Fdez. de Diego
    Ángela Fdez. de Diego
  • 22 ene 2020
  • 2 Min. de lectura

A qué suena la guerra. A Elvira, la protagonista de Música de ópera (2019, Soledad Puértolas), todo en su vida le suena a un musical dramático. Para esta viuda esa es la particular banda sonora de una existencia de la que no maneja las riendas. Se deja llevar por la sintonía de un acomodado tren de vida que le permite viajar sin parar, sin pensar, sin casi conocer. Cuando empieza a darse cuenta de las cosas parece ser tarde para todo, tarde para todos. Sin noticias de sus hijos, sin noticias de nadie, apenas sin noticias en el país, comienza esta historia continuada por otras dos mujeres muy cercanas a ella y en situaciones muy alejadas de la suya.


«¿Quién puede prever una guerra?»

Puértolas escribe las historias (con minúscula) de excelentes mujeres que sufren en silencio el tormentoso encierro en el que les recluye la Historia (con mayúscula). Un relato sobre la guerra, que despoja a muchos de cualquier privilegio y marca la vida de todos para siempre. Las tres generaciones de las que se puede disfrutar en esta novela, representan lo más variopinto de la sociedad de la época conviviendo en una misma familia.


«Mientras transcurrían los días de la guerra, ensordecidos por la rutina cotidiana de una ciudad donde las autoridades ponían mucho empeño en recordar que allí imperaba la paz, fue descubriendo que se abría una brecha cada vez más profunda entre ella y la realidad en la que otros vivían, y que lo que de verdad le interesaba y le gustaba era rememorar, imaginar, perderse en los laberintos de su mente. Y la música siempre sonando a su alrededor.»

Sus vidas luchan contra la adversidad por seguir cómodamente instaladas en su privilegiada normalidad. Pero pese al edén que proporciona la música de ópera entre cuatro paredes, la guerra todo lo destruye. Sin ser conscientes de ello, a lo largo de la vida terminamos por recordar una característica banda sonora que marca cada momento, cada instante, cada recuerdo. Ahora todas las guerras nos suenan a Wagner. Sin embargo, no sabemos cómo suenan realmente ni cómo sonaron las ya pasadas. En algún momento se decidió continuar viviendo con el gramófono apagado.


«Finalmente, cantaban todos aquellos himnos y canciones que, en el sentir de la viuda, exaltaban demasiado los ánimos y desataban funestas emociones.»



 
 
 

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