La impiedad buñueliana
- Ángela Fdez. de Diego
- 3 abr 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 1 may 2019
Viridiana es una película de 1961 que no pudo ser proyectada en España hasta 1977. Es la única película española hasta la fecha que ha ganado el máximo reconocimiento en el Festival de Cannes. Aquí no se sabía nada de Viridiana, no se podía nombrar ni comentar, se destruyeron todas las copias. Mientras duró el franquismo, Viridiana desapareció.
Todo este odio hacia la película procedía de la tremenda crítica que el Vaticano le profesó al recibir el premio en el festival. Antes de eso, el rodaje de Viridiana fue posible tras presentar el guion ante los censores, quienes dieron el visto bueno a un film que, aparentemente, promovía los ideales cristianos. Sería una mera adaptación de Halma, novela de Galdós. Nada más lejos de la realidad, que se cuente la historia de una novicia no significa que se trate de una alabanza al clero, precisamente.
La presentación de la protagonista viene precedida por unos créditos acompañados del Aleluya y de una imagen fija al fondo del portal de un convento. Al momento conocemos a la Hermana Viridiana, a la que la madre superiora insta a ir a visitar a su tío, que tanto le ha proporcionado. Viridiana deja claro el poco aprecio que tiene hacia su único familiar, que solamente se ha ocupado de ella con bienes materiales. Cede en ir a visitar al hombre al que le confiesa que si está allí es porque se lo han ordenado. "Te va a parecer que sigues en el convento", le comenta él sobre la tranquilidad de la finca.
Durante la corta estancia de Viridiana en la casa se nos ofrecen imágenes francamente llamativas, como el momento en el que el tío se prueba los zapatos de tacón o el corsé del vestido de novia de su esposa fallecida que después le hará ponerse a Viridiana, con la que desea casarse. Puede que aquí empiece el escándalo para la Iglesia. Viridiana se niega rotundamente, él la droga con intención de violarla pero finalmente se arrepiente. Ella abandona al día siguiente la casa y él decide suicidarse ahorcándose con la comba de la hija de la criada. "Un horrible acto contra el Señor", como dirá la madre superiora.
Esta tragedia obliga a Viridiana a quedarse en la finca y creyéndose violada, decide dejar los hábitos. Con la muerte del tío aparece Jorge, el hijo que tuvo en pecado (primo de Viridiana) y al que reconoció en el último momento. Será él quien encuentre una polémica navaja en forma de crucifijo, propiedad del padre al que no llegó a conocer. Se siente atraído por Viridiana, pero le ofende su beatería. Ella, que le hace caso omiso, se dedica a reclutar mendigos y llevarlos a la casa, donde pretende montar un albergue. Este fantástico acto de caridad cristiana es desacreditado rápidamente por Jorge porque "con socorrer a unos pocos entre tantos miles no logra nada". Él mismo será quien compre un perro para evitarle el sufrimiento al animal de ir corriendo atado bajo un carro, acto de caridad que se reduce a nada cuando pasa otro carro que lleva a un perro en las mismas circunstancias.
A estos momentos le sigue una escena verdaderamente surrealista en la que, en mitad del campo, Viridiana llama a los mendigos para que dejen de realizar sus tareas: es la hora del Ángelus. Todos rezan. "Benditos sean los santos señores" dirán los mendigos, quienes no dejan de comparar a la santa Viridiana con la mismísima Virgen. Una de las imágenes más irreverentes la protagoniza la niña hija de la sirvienta: le roba a Viridiana la corona de espinas (uno de los elementos que utiliza para su altar particular), se pincha con ella y decide tirarla a la hoguera, de donde alguien la retira unos segundos después.

Probablemente la impiedad más insoportable sea la de la foto de los mendigos. Esa última cena al más puro estilo Da Vinci protagonizada por los representantes de la máxima ingratitud humana quienes egoístamente se aprovechan de sus benefactores para acabar rebelándose contra ellos.
El final de la película es lo único que no pasó la censura (dicen que Buñuel agradeció siempre la aportación y quedó muy satisfecho con el cambio). En lugar de dejar a Viridiana en la alcoba de Jorge en sustitución de su amante, se decidió que terminasen los tres personajes en la habitación del hombre. Viridiana no habla en toda la escena, él la llama "primita" por primera vez, dice que "de noche todos los gatos son pardos". La cámara se aleja dejando al fondo la imagen de ese particular ménage à trois jugando al tute.
Viridiana es irreverente, impía, trágica, surrealista, representa el egoísmo y el cinismo. En todas las escenas descritas queda reflejado un film que fue cristianamente inaceptable.
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