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El (otro) silencio

  • Foto del escritor: Ángela Fdez. de Diego
    Ángela Fdez. de Diego
  • 28 sept 2019
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 20 oct 2019

La historia nos da lecciones que no podremos aplicar si no nos permiten aprenderlas. No hay pueblo en España donde no haya víctimas del franquismo. Hay una parte de nuestra historia que no nos enseñaron en el colegio, no nos la contaron en casa nuestros abuelos ni nuestros padres. Así nosotros no podremos contársela a nuestros hijos porque no la conocemos.


El cine de El silencio de otros es un cine por la paz y por el conocimiento de nuestra historia reciente. Una demostración más de lo ligado que está siempre el cine a la vida y en la recuperación del recuerdo. Para que nada ni nadie quede en el olvido. Para cerrar heridas. Para dejar de sufrir por el pasado. Por la memoria y en memoria de las víctimas. Por un futuro en el que sepamos interpretar el presente gracias al conocimiento del pasado.


El olvido no es la solución. Frente a lo que muchos defienden, olvidar no hace perdonar y solo sirve para generar un odio indiscriminado generalmente fruto del desconocimiento. El perdón se debería pedir, pero no exigir. Este documental aborda la necesidad de acudir a tribunales internacionales para juzgar delitos de lesa humanidad. Lo que queda es cumplir con la justicia, aunque la justicia aún no haya cumplido.


Hay miles de víctimas del franquismo, muchos fusilados enterrados en fosas comunes sin identificar, en cuatro décadas se produjeron crímenes de diversa índole, se robaron niños de manera sistemática y organizada desde los años 40 hasta bien entrados los 80, se produjeron torturas en la Delegación General de Seguridad ubicada en plena Puerta del Sol... Y todo ello lo pone de manifiesto esta película que, de momento, tiene más visibilidad en el extranjero que en nuestro país. Pone en evidencia la eliminación de una parte de la historia y de la memoria de muchas generaciones.


Sabemos de las fosas comunes en cunetas, carreteras, caminos, cementerios, en mitad del campo, en cualquier parte. Vemos cuerpos exhumados con evidencias claras de haber sido asesinados. Si desaparecen las memorias vivas que aún conocen la historia, que saben lo que pasó, que pueden decirnos dónde están esas fosas, si eso desaparecee, cómo vamos a saberlo, cómo vamos a poder superarlo, cómo vamos a conseguir recordar y aprender de nuestro pasado.


Entre los testimonios desgarradores, los de familiares que creen que morir en la guerra hubiese tenido más sentido que morir después asesinado, fusilado, solamente por pensar diferente al régimen impuesto. "No hay derecho a eso". Pero sí debería haber derecho ahora, a recordar.


Chile, Argentina, Uruguay o Ruanda son países que solucionaron sus dictaduras con leyes de amnistía similar a la española. Seguían el mismo modelo, pero el clamor popular pidiendo conocer la verdad terminó por derogarlas y escribir el relato completo de esos negros acontecimientos de sus historias recientes. La esperanza del proceso español está ahora, precisamente, en Argentina. Ahora somos nosotros los "otros", los que debemos terminar con este aplastante silencio.



 
 
 

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